sábado, 19 de enero de 2013

Tarde de domingo

Tarde de domingo


Era una tarde de domingo. De esas tardes de invierno en que el tiempo se estira sin tener mucho que hacer... O mejor dicho, en la que se aplazan todas esas cosas pendientes que sí tienes que hacer.

Ese momento de indecisión en el que no sabía si empezar un nuevo libro, leer algún blog pendiente, zapear buscando algo que ver, observar la colección de películas para volver a disfrutar de alguna de ellas...

Nada le convencía, disfrutaba de un silencio poco habitual en su vida, pero era inquieta y necesitaba hacer algo. Se preparó un café, se acercó a la ventana y observó la calle. Una calle más de una gran ciudad, nada especial, con apenas trasiego de gente por el frío y porque era una tarde de domingo.

Y de repente recordó: tenía aquellas cajas que necesitaba revisar... No recordaba qué había en ellas.

Sara no era de esas personas que guardan todo ordenadamente con etiquetas con el contenido o rótulos tipo “Apuntes Universidad”. No, Sara guardaba por necesidad, buscando nuevos huecos en armarios o estanterías y casi siempre de forma apresurada.

Aunque siempre tenía la sensación de que cuando cerraba una de esas cajas, con el sonido de la cinta de embalar, cerraba un capítulo de su vida, que enterraba en algún rincón un recuerdo o un acontecimiento único.

Se terminó el café mientras miraba las luces de la ciudad. Llevó la taza a la cocina y se fue en busca de una de esas cajas.